Pepita con Tasajo

La Pepita con Tasajo no es solo un platillo, es un viaje a las raíces más profundas de Chiapas, donde la tradición y el sabor se entrelazan en cada bocado. Con orígenes que se remontan a la época prehispánica, este manjar representa la fusión de la herencia indígena y la influencia colonial, dando como resultado una receta única y llena de historia.

En su esencia, la base de este platillo es la pepita de calabaza, un ingrediente ancestral de la cocina mesoamericana, apreciado por su alto valor nutricional y su capacidad para dar cuerpo y sabor a las salsas. Los pueblos originarios de la región solían moler estas pepitas para crear salsas espesas, combinándolas con agua o caldo, y sirviéndolas con carne de venado o guajolote.

Con la llegada de los españoles, el tasajo –carne de res salada y secada al sol– tomó el lugar de las proteínas tradicionales, dando paso a la versión que hoy conocemos: una deliciosa y aromática salsa de pepita que cubre generosamente rebanadas de tasajo asado, creando un contraste de sabores y texturas inigualable.

Este platillo, convertido en un ícono de la gastronomía chiapaneca, es más que una receta: es un símbolo de identidad y un imprescindible en las festividades y celebraciones familiares. Su sabor, que equilibra lo rústico y lo refinado, sigue conquistando paladares y manteniendo viva una tradición culinaria que ha perdurado por siglos.